En este artículo analizamos las posibles consecuencias comerciales que podrían resultar de los cambios de horario que se están considerando en la UE y en España, como la eliminación de la alternancia entre el horario de invierno y verano y la adopción permanente del horario de invierno durante todo el año.
Recientemente, ha habido un renovado debate sobre el cambio horario que se ha enfocado en dos direcciones. Por un lado, la Comisión Europea ha expresado su disposición a considerar la posibilidad de eliminar la alternancia entre los horarios de invierno y verano. Por otro lado, cada país miembro está debatiendo sobre qué uso horario sería el más conveniente.
Aunque las reformas podrían tardar algunos años en llevarse a cabo, existe un gran interés en las implicaciones comerciales de los cambios de horario. Se espera que estos impacten en el ámbito de los recursos humanos, la demanda y la programación temporal de los procesos.
El sentido previsible de las medidas de cambio horario
El horario es una convención social que se puede ajustar para adecuarse a las necesidades de cada sociedad. Aunque el tiempo que dura cada jornada es inalterable, el momento en que se realizan las distintas actividades sí puede modificarse.
Actualmente, se está considerando la posibilidad de que España adopte el horario de invierno durante todo el año, mientras que otros países, especialmente los de Europa central y oriental, optarían por mantener el horario de verano. Esto significaría que, desde la última semana de marzo hasta la última de octubre, amanecería y anochecería una hora antes de lo que ocurre actualmente. El resto del año, el orto y el ocaso se producirían a las mismas horas que en la actualidad.
Algunas personas opinan que esta sería una oportunidad para madrugar un poco más y acostarnos antes, aprovechando la misma cantidad de luz que hay actualmente durante gran parte del año. De esta manera, la jornada laboral, escolar y comercial, entre otras actividades importantes, podrían comenzar antes.
Por ejemplo, durante el horario de verano actual, veríamos la misma luminosidad si nos levantáramos una hora antes. Sin embargo, en invierno, el sol saldría y se pondría a la misma hora que lo hace actualmente, lo que dificultaría el desarrollo de las actividades una hora antes.
El fin más temprano de la jornada laboral
El objetivo principal de mantener el horario de invierno durante todo el año sería finalizar la jornada laboral antes. Esto se lograría separando la hora del almuerzo del desayuno y acortando la segunda parte de las jornadas partidas, lo que en algunos casos podría incluso eliminarse. Los partidarios de esta práctica argumentan que la interrupción prolongada del trabajo para comer es un obstáculo para la conciliación y cuestionan su efecto positivo en la productividad.
Sin embargo, esta práctica no sería gratuita y requeriría un cambio en dos aspectos. Por un lado, durante el invierno, la jornada laboral comenzaría una hora más temprano, lo que significa que el trabajo comenzaría a una hora más oscura. Por otro lado, durante el verano, el amanecer sería una hora antes que en la actualidad, lo que permitiría comenzar la jornada laboral con la misma luz que actualmente, pero las tardes serían más cortas y oscurecería más temprano.
El desafío de la jornada intensiva
En resumen, la implementación de jornadas laborales más intensivas y el cierre temprano de la jornada laboral plantean una serie de desafíos para las empresas y los empleados. Por un lado, algunas empresas pueden beneficiarse de este cambio y adaptar sus procesos y horarios para terminar antes y mejorar el clima laboral de sus empleados. Por otro lado, algunas empresas pueden ofrecer jornadas partidas como un elemento diferenciador y atractivo para los trabajadores. Además, los cambios en los hábitos de los horarios de consumo pueden afectar a la carga de trabajo y la demanda de las empresas y pueden tener un impacto en los trabajadores a relevos o que trabajan a media jornada. En general, es importante considerar todos estos factores al implementar cambios en las jornadas laborales y adaptarse a las nuevas circunstancias.
Los cambios en la estacionalidad
A menudo pensamos en la estacionalidad como cambios que ocurren durante diferentes épocas del año, pero este fenómeno también se produce en momentos punta y valle de miles de actividades cotidianas cada día.
Si se implementan las medidas propuestas, se aumentaría la estacionalidad de muchas actividades, generando dos compartimentos con límites más definidos en las agendas de muchas personas: el laboral y el personal y familiar.
Sin embargo, esto no significa que algunas tareas profesionales no se realicen fuera de horario o que no se soliciten permisos para atender necesidades particulares durante el tiempo ocupado normalmente por la jornada laboral. Simplemente, implica que la mayoría de las personas terminarían su trabajo en un rango de horas más estrecho y antes.
Este estrechamiento del rango es clave ya que actualmente, muchas jornadas partidas tienden a alargarse de forma difusa, lo que significa que hay trabajadores que terminan su jornada laboral por la tarde, mientras que otros pueden hacerlo incluso más tarde, como después de las diez de la noche.
La propuesta es que la mayoría de las personas que trabajan a jornada partida comiencen no más allá de las ocho de la mañana y que la mayoría termine diez horas después, incluso aquellos que empezaron un poco más tarde.
El resultado sería que, si tomamos los porcentajes de cada actividad (trabajo, ocio, desplazamientos, comidas, etc.) en cada momento del día, encontraríamos porcentajes más elevados de la actividad dominante en ese momento y menos actividades infrecuentes. En otras palabras, habría puntas y valles más pronunciados para la mayoría de las actividades.
Los efectos de una tendencia al incremento de la estacionalidad
La estacionalidad puede tener efectos tanto positivos como negativos en las empresas. Por un lado, un aumento de la demanda en horas punta puede llevar a un encarecimiento de los recursos en esas horas, lo que afectaría negativamente a la mayoría de las empresas. Por otro lado, algunas empresas que utilizan intensivamente los recursos en horas valle podrían beneficiarse de una mayor estacionalidad.
La coincidencia con proveedores y competidores también es un factor importante a considerar. Si bien un aumento de la estacionalidad podría ser beneficioso en algunos casos, en otros podría llevar a una mayor competencia y a la necesidad de cumplir con horarios más estrechos.
Sin embargo, con el cambio de horario que se está proponiendo, es posible que algunas actividades se desarrollen en momentos más diversos, lo que podría tener un efecto positivo en la estacionalidad.
Es importante que las empresas estudien los efectos que el cambio de horario podría tener en su demanda y en la accesibilidad de los recursos necesarios para sus procesos.
En definitiva, el éxito del cambio de horario y su impacto en la estacionalidad dependerá en gran medida de cuántas empresas adopten las nuevas jornadas y de la cantidad de personas que cierren su horario de trabajo antes.